La artrosis de rodilla
En el caso de la artrosis de rodilla, la superficie de la articulación empieza a fracturarse. Normalmente, esta superficie de la articulación está cubierta de cartílago, un material firme en los extremos del hueso que actúa como amortiguador contra los choques. Cuando el cartílago de la articulación de una persona que sufre artrosis se desgasta, los extremos del hueso pueden empezar a friccionar entre sí y provocar dolor.
La importancia de reducir el exceso de carga en la articulación
Diversos estudios han demostrado que la artrosis de rodilla puede originarse o progresar si la articulación se somete a un estrés o una carga excesivos1,2, provocando dolor y pérdida de movilidad. Varias condiciones pueden resultar en sobrecarga en la articulación, incluida la anatomía del paciente, lesiones o la obesidad. Cuando una articulación es sometida a demasiada carga, la progresión de la enfermedad en la articulación puede resultar en una artrosis de rodilla con dolor3,4,5,6,7. Restablecer las condiciones de carga normales en la articulación puede aliviar el dolor y mantener el cartílago sano8.
Los objetivos del tratamiento de la artrosis incluyen minimizar el dolor, restablecer los niveles de actividad normales y ralentizar la progresión de la enfermedad. Si bien la medicación y ciertos procedimientos de reparación del cartílago pueden aliviar el dolor temporalmente, generalmente no tratan los problemas subyacentes que han provocado la artrosis. A pesar de que algunos procedimientos quirúrgicos invasivos pueden reducir el estrés en la articulación, suelen implicar cambios permanentes en la anatomía natural de la articulación que pueden limitar futuras opciones de tratamiento.